Per què ens costa tant acceptar la nostra finitud?
>> dimecres, 24 de setembre del 2008
Només una vida plena de sentit dóna sentit a la mort.
Anònim
* * *
Viu la vida com si fos l'últim dia, i pensa en la vida com si fos eterna.
Haiku
* * *
La utilitat de la vida no rau en la durada sinó en l'ús.
Montaigne
* * *
La font de totes les misèries humanes no és la mort, sinó la por a la mort.
Quan pensem en el sentit de la nostra vida, en el que hem fet amb ella, sorgeix sovint una por negativa produïda no pas per fets o accions puntuals, sinó per les oportunitats i ocasions que li hem deixat escapar.
Epictet
* * *
* * *
Quan pensem en el sentit de la nostra vida, en el que hem fet amb ella, sorgeix sovint una por negativa produïda no pas per fets o accions puntuals, sinó per les oportunitats i ocasions que li hem deixat escapar.
V. Frankl, la psicoterapia al alcance de todos
Quan estem cansats... ens ataquen idees que vam véncer fa molt de temps.
Es incomprensible que el pensar en lo transitorio de la belleza afecte nuestro disfrute de ella. En lo que hace a la belleza de la naturaleza, el invierno la destruye cada año. Pero regresa al siguiente, de modo que, en relación con la extensión de nuestras vidas, podemos decir que es eterna. La belleza de la forma y el semblante humanos se desvanece para siempre en el transcurso de nuestras vidas, pero su transitoriedad les añade encanto. No porque una flor se abra sólo durante una noche nos parece menos bella. Tampoco puedo entender por qué la belleza y la perfección de una obra de arte o de un logro intelectual habrían de perder valor por su limitación temporal. Es posible que llegue una época en que las estatuas y los cuadros que admiramos hoy se conviertan en polvo, o que nos suceda alguna raza de hombres que ya no entienda las obras de nuestros poetas y pensadores, o que llegue una era geológica en la que ya no exista la vida sobre la Tierra. Pero, como el valor de toda esta belleza y perfección sólo existe en relación con el significado que tiene para nuestras propias vidas emocionales, no hace ninguna falta que nos sobreviva y es independiente de la duración absoluta.
Unes quantes preguntes inacabades:
* * *
Freud creía que buena parte de las enfermedades psicológicas provienen de la represión de la sexualidad. Opino que es una visión extremadamente limitada. En mi trabajo clínico he llegado a entender que lo que uno reprime no es sólo la sexualidad, sino la totalidad del propio ser y, más particularmente, la finitud de nuestra naturaleza.
*
Estoy convencido, en tanto que hombre que morirá en un futuro no demasiado lejano y psiquiatra que ha pasado décadas tratando la ansiedad ante la muerte, que enfrentarla no es abrir una inmanejable caja de Pandora, sino que nos permite reingresar en nuestras vidas de una manera más profunda y compasiva.
*
Hace unos años, un joven rabino ortodoxo que venía del extranjero telefoneó para solicitar una visita. Dijo que estaba estudiando para terapeuta existencial, pero que encontraba algunos conflictos entre su formación religiosa y mis planteos psicológicos. Le di cita, y, al cabo de una semana, acudió a mi oficina. Era un apuesto joven de ojos penetrantes, larga barba, peios (largas patillas rizadas), yarmulke, y, curiosamente, zapatillas de tenis. Durante treinta minutos hablamos en términos generales de su deseo de convertirse en terapeuta y de muchas afirmaciones específicas de mi libro de texto Psicoterapia existencial.
Su actitud, inicialmente deferente, fue cambiando poco a poco, y comenzó a pregonar sus creencias con tanto celo que comencé a sospechar que el verdadero propósito de su visita era convertirme. A medida que su voz se alzaba y el ritmo de su discurso se aceleraba, me impacienté, por desgracia, mostrándome mucho más directo e incauto de lo que acostumbro.
-Tu preocupación tiene fundamento, rabino -lo interrumpí-. En efecto, hay un antagonismo de base entre tu manera de ver las cosas y la mía. Tu crees en un Dios personal omnipresente y omnisciente que te mira y vela por ti, dándole sentido a tu vida. Eso es incompatible con el núcleo de mi visión existencial de una humanidad libre y mortal, arrojada sola y al azar a un universo que no es consciente de ella. Según tu visión -continué- la muerte no es final. Me dices que la muerte no es más que una noche entre dos días y que el alma es inmortal. Entonces, ciertamente hay un problema con tu deseo de convertirte en un terapeuta existencial. Nuestros puntos de vista son diametralmente opuestos.
-Pero -dijo con expresión intensamente preocupada-, ¿cómo haces para vivir con esa única creencia? ¿Sin sentido? -Me apuntó con el índice.- Piensa bien. ¿Cómo puedes vivir sin creer en algo mayor que tú? Te aseguro que eso no es posible. Es vivir en la oscuridad, como un animal. ¿Qué sentido tendrían las cosas si todo estuviera destinado a desaparecer? Mi religión me da sentido, sabiduría, moral, consuelo divino, una forma de vivir.
-No me parece que ésa sea una respuesta racional, rabino. Esas cosas, sentido, sabiduría, moralidad, vivir bien, no dependen de si se cree o no en Dios. Y sí, por supuesto que las creencias religiosas te hacen sentir bueno, confortado, virtuoso. Ése es precisamente el motivo por el cual se inventaron las religiones. Me preguntas cómo puedo vivir. Creo que vivo bien. Me guían doctrinas generadas por los seres humanos. Me guía el juramento hipocrático que hice al graduarme como médico, y me dedico a ayudar a los demás a curarse y crecer. Vivo una vida moral. Siento compasión por los que me rodean. Me une una religión de amor a mis familiares y amigos. No necesito la religión como brújula moral.
-¿Cómo puedes decir algo así? -interrumpió-. Me das mucha pena. A veces, siento que, sin mi Dios, mis rituales diarios, mis creencias, no podría vivir.
-Y yo -respondí, perdiendo por completo la paciencia- a veces siento que si tuviese que dedicar mi vida a creer en lo increíble y pasar el día siguiendo seiscientas trece reglas y glorificando a un Dios que se nutre de la alabanza humana, me darían ganas de ahorcarme.
En este momento, el rabino tomó su yarmulke. "Oh, no", pensé, "lo va a tirar". ¡Me pasé de la raya! ¡Fui demasiado lejos! Sin quererlo, dije más de lo que quería". Nunca, jamás, quise socavar la fe religiosa de nadie.
Pero me equivoqué. Lo que el rabino hizo fue quitarse el yarmulke para rascarse la cabeza mientras expresaba su atónito desconcierto ante la vastedad del abismo que nos separaba y el hecho de que yo me hubiese alejado tanto de mi legado y mi trasfondo cultural. Terminamos la sesión amigablemente y nos separamos. Él se fue con rumbo al norte; yo, al sur. Nunca supe si continuó con sus estudios de psicoterapia existencial.
Su actitud, inicialmente deferente, fue cambiando poco a poco, y comenzó a pregonar sus creencias con tanto celo que comencé a sospechar que el verdadero propósito de su visita era convertirme. A medida que su voz se alzaba y el ritmo de su discurso se aceleraba, me impacienté, por desgracia, mostrándome mucho más directo e incauto de lo que acostumbro.
-Tu preocupación tiene fundamento, rabino -lo interrumpí-. En efecto, hay un antagonismo de base entre tu manera de ver las cosas y la mía. Tu crees en un Dios personal omnipresente y omnisciente que te mira y vela por ti, dándole sentido a tu vida. Eso es incompatible con el núcleo de mi visión existencial de una humanidad libre y mortal, arrojada sola y al azar a un universo que no es consciente de ella. Según tu visión -continué- la muerte no es final. Me dices que la muerte no es más que una noche entre dos días y que el alma es inmortal. Entonces, ciertamente hay un problema con tu deseo de convertirte en un terapeuta existencial. Nuestros puntos de vista son diametralmente opuestos.
-Pero -dijo con expresión intensamente preocupada-, ¿cómo haces para vivir con esa única creencia? ¿Sin sentido? -Me apuntó con el índice.- Piensa bien. ¿Cómo puedes vivir sin creer en algo mayor que tú? Te aseguro que eso no es posible. Es vivir en la oscuridad, como un animal. ¿Qué sentido tendrían las cosas si todo estuviera destinado a desaparecer? Mi religión me da sentido, sabiduría, moral, consuelo divino, una forma de vivir.
-No me parece que ésa sea una respuesta racional, rabino. Esas cosas, sentido, sabiduría, moralidad, vivir bien, no dependen de si se cree o no en Dios. Y sí, por supuesto que las creencias religiosas te hacen sentir bueno, confortado, virtuoso. Ése es precisamente el motivo por el cual se inventaron las religiones. Me preguntas cómo puedo vivir. Creo que vivo bien. Me guían doctrinas generadas por los seres humanos. Me guía el juramento hipocrático que hice al graduarme como médico, y me dedico a ayudar a los demás a curarse y crecer. Vivo una vida moral. Siento compasión por los que me rodean. Me une una religión de amor a mis familiares y amigos. No necesito la religión como brújula moral.
-¿Cómo puedes decir algo así? -interrumpió-. Me das mucha pena. A veces, siento que, sin mi Dios, mis rituales diarios, mis creencias, no podría vivir.
-Y yo -respondí, perdiendo por completo la paciencia- a veces siento que si tuviese que dedicar mi vida a creer en lo increíble y pasar el día siguiendo seiscientas trece reglas y glorificando a un Dios que se nutre de la alabanza humana, me darían ganas de ahorcarme.
En este momento, el rabino tomó su yarmulke. "Oh, no", pensé, "lo va a tirar". ¡Me pasé de la raya! ¡Fui demasiado lejos! Sin quererlo, dije más de lo que quería". Nunca, jamás, quise socavar la fe religiosa de nadie.
Pero me equivoqué. Lo que el rabino hizo fue quitarse el yarmulke para rascarse la cabeza mientras expresaba su atónito desconcierto ante la vastedad del abismo que nos separaba y el hecho de que yo me hubiese alejado tanto de mi legado y mi trasfondo cultural. Terminamos la sesión amigablemente y nos separamos. Él se fue con rumbo al norte; yo, al sur. Nunca supe si continuó con sus estudios de psicoterapia existencial.
Irvin D. Yalom, Mirar al sol
* * *
Quan estem cansats... ens ataquen idees que vam véncer fa molt de temps.
Friedrich Nietzsche
* * *
Es incomprensible que el pensar en lo transitorio de la belleza afecte nuestro disfrute de ella. En lo que hace a la belleza de la naturaleza, el invierno la destruye cada año. Pero regresa al siguiente, de modo que, en relación con la extensión de nuestras vidas, podemos decir que es eterna. La belleza de la forma y el semblante humanos se desvanece para siempre en el transcurso de nuestras vidas, pero su transitoriedad les añade encanto. No porque una flor se abra sólo durante una noche nos parece menos bella. Tampoco puedo entender por qué la belleza y la perfección de una obra de arte o de un logro intelectual habrían de perder valor por su limitación temporal. Es posible que llegue una época en que las estatuas y los cuadros que admiramos hoy se conviertan en polvo, o que nos suceda alguna raza de hombres que ya no entienda las obras de nuestros poetas y pensadores, o que llegue una era geológica en la que ya no exista la vida sobre la Tierra. Pero, como el valor de toda esta belleza y perfección sólo existe en relación con el significado que tiene para nuestras propias vidas emocionales, no hace ninguna falta que nos sobreviva y es independiente de la duración absoluta.
Sigmund Freud, La transitoriedad
Unes quantes preguntes inacabades:
- Per què sembla que només ens obsessioni, ens preocupi, ens neguitegi, la llargada o no llargada de la vida?
- Quin és veritablement el temps real, el que compta més per a nosaltres: el temps cronològic, un temps idèntic per a tothom, el que marquen els rellotges o el temps viscut, el temps vital?
- Ens hem parat a pensar alguna vegada que els moments, instants, realment intensos i de plenitud de la nostra vida, quan els vam viure, els vam viure fora de tota coordenada espacio-temporal? Eren de tanta plenitud que ni el temps, ni el lloc, ni nosaltres mateixos, la nostra identitat, el nostres diferents rols, els nostres problemes semblaven no existir. Per què no cerquem i ens procurem més instants de plenitud, i ens oblidem de qüestions purament de durada, qüestions purament cronològiques? Una vida llarga, farcida d'avorriment, d'apatia, d'absurd, de buidor... val gaire la pena de ser viscuda? Viure així no s'esdevé una autèntica tortura?
- Una vida infinita, sense data de caducitat, seria molt menys angoixant, molt més agradable de ser viscuda, tindria tot el sentit que de vegades li reclamem a la nostra?
- Si ens dol tant haver d'abandonar aquesta vida, deu ser perquè la trobem realment valuosa, i si és tan valuosa, com és que l'acostumem a desaprofitar tant? Com és que dediquem tant temps a queixar-nos, i tan poc a viure?
- És veritat que no volem existir a qualsevol preu? Més que la durada de la vida, de la nostra vida, compta més el sentit que hagi tingut?
- Amb tot, en el dia a dia, creieu que ho tenim gaire en compte això de la qualitat de la nostra vida?
- Hi ha persones que han viscut molts anys, però que en realitat han viscut molt poc?
- Podem trobar plaer en el que fem si no hi trobem un sentit? Llavors, què és realment més important i bàsic?
- Per què la majoria de pares aconsellen els seus fills que triïn uns estudis que els permeti guanyar força diners? Per què tenen tan poc en compte allò que veritablement els agrada?
- Podríem distingir entre allò que és urgent i allò que és important?
- Us sembla que acostumem a viure gairebé sempre darrera d'urgències?
- La majoria de coses urgents són realment urgents?
- Només darrera d'allò important podem trobar sentit al que fem?
- Quan diem, no tinc temps per a res, és com si en realitat diguéssim, no tinc res important per al temps?
- Acceptar i ser conscients de la nostra finitud i alhora trobar un sentit al que fem és la millor manera d'acceptar la mort i de no angoixar-nos?
- Fugir, evadir-nos, negar-la... funciona?
- Esteu d'acord que l'ansietat davant la mort és la mare, la causa última, de totes les religions? Esteu d'acord que totes cerquen, d'alguna manera, esmorteir, reduir l'impacte de l'angoixa de la nostra finitud?
- Per què es considera, entre nosaltres, tan impertinent i de mal gust parlar de finitud, de la nostra finitud? És que així vivim millor? És que així la vida se'ns fa molt més agradable, molt menys angoixant?
- Es pot estimar de veritat la vida sense saber-nos finits?
- No es tracta de pensar sempre en la mort, sinó de viure amb plenitud, però això només és possible si ens sabem finits. Hi esteu d'acord?
- Si tot és transitori, res no val la pena, res no té cap valor, res no és important. La transitorietat resta o afegeix valor a les coses, a les experiències... a la vida?
- Esteu d'acord amb l'haiku? Normalment ho fem a l'inrevés: pensem que la vida s'està acabant, i vivim com si tinguéssim tot el temps del món. Perquè, vivim la vida com si fos l'últim dia o pensem en la vida com si fos l'últim dia?
- Epicur, que d'alguna manera va anticipar el concepte modern d'inconscient, va afirmar que la preocupació per la mort no és ben bé conscient en la majoria de les persones, i que ha de ser deduïda a partir de manifestacions disfressades: l'excés de religiositat, l'obsessiva acumulació de riqueses i la recerca també obsessiva i cega de poder i honor, ofereixen una versió falsa d'immortalitat. Hi esteu d'acord?
- Projectar-nos cap al futur, per a molts, resulta una forma idònia de dominar l'ansietat i el terror davant la mort. Ens podem projectar cap al futur tenint fills, fent donació d'òrgans, deixant una empremta en el camp polític, artístic, financer, en la ciència, deixant el nostre nom en carrers, institucions... També, tenint clar que en morir ens reincorporem a la natura, i que les nostres molècules donaran vida a d'altres éssers. I també a través del que podríem anomenar propagació a través d'ones concèntriques: tots nosaltres i tot sovint de forma no intencional i sense ser-ne conscients influïm en els altres, i això es transmet de generació en generació. Algun gest, algun bon consell, algun consol, alguna orientació. Alguna cosa nostra persisteix en els altres, encara que no ho sabéssim ni ens n'adonéssim. Com ho veieu això de la projecció cap al futur?
- De vegades, o tot sovint, les distintes idees o estratagemes per superar l'ansietat i el temor a desaparèixer no són suficients. Perquè sonen fredes, retòriques, i potser massa estereotipades,. Sonen a llibret d'instruccions de primers auxilis. Llavors, en aquestes circumstàncies, ens queda encara l'últim i més potent recurs: la nostra presència incondicional, la nostra comprensió, l'empatia amb la persona que està patint. Que l'altre senti que tots estem en el mateix vaixell i que, tot sovint, també ens sentim com ell. Les idees són importants, però reforçar la connexió amb els altres, ho és molt més. Què n'opineu?
4 comentaris:
Ens costa acceptar la nostra finitud perquè la pensam desdel nostre propi punt de vista, és a dir com a individus concrets amb una certa identitat transitòria. Però això pens que és una idea, com podria pensar Epicur, un tant equivocada. Jo, com a un agregat mol·lecular concret, amb un nom propi, amb una consciència i un llenguatge que fan que em pugui "escindir" de la resta de l'univers, de diferenciar-me i de desmarcar-me, i d'alguna manera allunyar-me del tot, fan que em senti una entitat concreta amb ganes de perdurar. Des d'un punt de vista més simple, cada una de les peces que en conformen, si acceptam els enunciats de la física i la química contemporànies, cada una de les minúscules parts que s'han unit formant el que som ara, han estat aquí des del principi dels temps d'una forma o d'altra. Si enlloc de percibir-me com una realitat separada em concep com a part d'una cosa molt més gran, que es va originar fa milions d'anys i que perdurarà possiblement encara molts de milions d'anys... on recau la meva finitud?
Tot depèn de si et sents part o totalitat. Des d'un punt de vista total, aleshores, tots som tan "eterns" com la resta de coses.
No tenc por a la finitud com a aquest individu que soc ara. Després ja no en podré ser conscient, una vegada mort de si valia o no la pena tenir o no tenir por. Per tant, és per a mí una por innecessària. I em reconforta molt saber que els àtoms dels quals estic ara format, formaran part d'altres coses, objectes essers, que em disgregaré armònicament de la mateixa manera que em vaig "congregar" una vegada.
La teva reflexió em sembla molt interessant. A més de quadrar amb els postulats contemporanis de la física, és una idea bella, i que ens humanitza: sentir-nos una petita part d'alguna cosa infinitament més gran i eterna. D'altra banda,és un fet que aquesta perspectiva ajuda i pot ajudar molta gent a apaivagar l'ansietat davant la mort.
Aquí a Occident, però, amb una visió judeo-cristiana de les coses, amb una visió lineal de la vida, costa d'acceptar aquesta percepció. I segurament és una llàstima. Perquè és una estratègia interessant per esmorteir l'acolloniment general davant la pèrdua del nostre benvolgut DNI.
Jo la trobe aterridora. Es molt dur el saber que hem de perdre la identitat, eixa identitat que tant ens ha costat configurar, ací caic, allà m´alce, amb esforç i patiments. Ja m´agradaria pensar i sentir com Epicur. Dit sincerament: no és cert que el fet de la nostra finitud, que és natural, contraria l´instint d´inmortalitat, també natural?
Sincerament, sí que ho és. Però és el preu que hem de pagar pel que podríem dir el nostre excés de potència teòrica. Som un agregat de matèria evolucionada que, a partir d'una complexitat organitzativa determinada, és capaç de prendre consciència de la seva real situació en el món. I en conseqüència pot fer-se preguntes sobre el seu origen i sobre la seva desesperant finitud. Està clar que aquestes preguntes ens fan créixer espiritualment, però també ens aporten un nivell d'ansietat de molt mal portar i que, suposant que es pugui eliminar de soca-rel -cosa que dubto-, només és al preu d'un miserable nivell de miopia fanàtica, del tipus que sigui.
L'ansietat és producte de la por, de la inquietud, de la incertesa. I la por és una emoció que, com totes les emocions, no sempre és de fàcil gestionar. Per això totes les racionalitzacions, filosòfiques o no filosòfiques, que pretenen eliminar aquest malestar, aquest dolor, aquesta ràbia, aquesta injustícia, si hem de ser realment honestos, no ens acaben de convèncer del tot. I no perquè no estiguin ben construïdes, expressades i argumentades, sinó perquè no acaben de fer diana en el fons més fons de la persona, que mai no és una raó, sinó unes emocions o sentiments determinats. Idea d'altra banda que ja ho expressava i molt bé, David Hume: allí on s'acaben les raons, els arguments, topem sempre amb una emoció. L'última raó del perquè fem alguna cosa, mai no és una raó, sinó una determinada emoció.
Potser per això, quan parlem de finitud de seguida sentim alguna cosa, i habitualment no gaire agradable. I potser per això, al costat de les raons, hauríem de procurar d'afegir-hi algunes imatges, capaces d'asserenar algunes fibres molt més íntimes i essencials.
Amb tot, cal tenir present que totes aquelles persones que han intentat exhaurir al màxim les seves potencialitats, en el moment decisiu, no els ha dolgut tant abandonar la vida. Tal com no li deu doldre a cada fruita madura que, finalment, en no poder assolir ja més perfecció, cau de l'arbre.
Publica un comentari a l'entrada